Voces de la comunidad: el encanto de San Luis
Read in EnglishPor Pauline Victoria Martinez
The Colorado Trust está trabajando con integrantes de las comunidades rurales de Colorado que ayudan a facilitar diálogos con sus vecinos sobre lo que les gusta y lo que les resulta difícil de sus comunidades. Pauline Victoria Martinez vive en el Condado de Conejos y es asesora de investigaciones para las comunidades del Valle de San Luis. Aquí escribe sobre de qué se está hablando en el pueblo de San Luis, en el Condado de Costilla.
San Luis, el pueblo continuamente habitado más antiguo en Colorado, se encuentra cerca de la frontera con Nuevo México a 7,965 pies de altura. Su pasado histórico, su belleza natural, el Santuario de las Estaciones de la Cruz, sus murales llamativos y su encanto de pueblo pequeño atraen a turistas de todo el país.
Esta comunidad mayormente hispana (el 91 por ciento es hispano, según datos censales), tiene una rica historia y cultura. En una época perteneció a España, luego fue conquistada por México, y finalmente fue tomada por los Estados Unidos después de la guerra entre México y EE. UU.
Shirley Romero Otero, una habitante de San Luis, compartió un dicho local popular: “Nunca cruzamos la frontera. La frontera nos cruzó a nosotros”.
La religión está profundamente conectada con la cultura de la región: la mayoría de la población es católica. La Parroquia de la Sangre de Cristo ocupa el centro del pueblo y está al borde del Santuario de las Estaciones de la Cruz. El santuario trasmite la experiencia espiritual de las últimas horas de la vida de Cristo por medio de estatuas a lo largo de un sendero montañoso. Los residentes locales cavaron a mano el sendero e instalaron cuidadosamente las piedras. Los miembros de la Parroquia de la Sangre de Cristo diseñaron el sendero como acto de fe y amor. Un escultor local, Huberto Maestas, creó las estatuas. Infundió cada pieza con movimiento y profunda emoción. Vienen visitantes de diversas religiones a meditar, subir el sendero, encontrar paz y rezar.
A corta distancia, agricultores y ganaderos locales crían vacas, ovejas y cabras. Cultivan alfalfa, heno, vegetales y papas. Los primeros colonos de San Luis cavaron un sistema de canales de riego hechos con barro conocidos como acequias. Un grupo de residentes locales se ha ocupado de mantener las acequias desde que sus familias llegaron a la región en los años 1800.
Los agricultores que usan las acequias tradicionales han preservado semillas por generaciones para cultivar alimentos en peligro de extinción como el maíz de concho. Muchos residentes de San Luis señalan con orgullo al sistema de acequias como un ejemplo exitoso que les ha permitido mantener sus derechos de agua y manejo de recursos naturales. En el libro Wet Growth, publicado en 2005, Craig Arnold describe el sistema de acequias en San Luis como una forma de distribuir recursos “según los principios de equidad y necesidad”.
Aunque estos atributos contribuyen a lo maravillosa que es la comunidad, también tienen sus desafíos, muchos de los cuales afectan la salud y el bienestar de los que viven en el área.
Un ejemplo es la gran altura y el bajo porcentaje de precipitación anual, los cuales acortan la temporada de cultivo. No solo dificultan el cultivo de cosechas; también significa que las variedades de cultivos nativos se han adaptado exclusivamente a las condiciones ambientales del área.
Debido a esto, algunas familias locales han luchado mucho por sus tierras y derechos de agua para la irrigación y el ganado. El agua y la tierra son vitales para esta comunidad. Algunas personas también han luchado contra los cultivos transgénicos con el objetivo de proteger sus semillas únicas.
Otro determinante social de la salud de esta comunidad hispana es el recuerdo cultural compartido de haber perdido el acceso a estas tierras. En 2002, después de 21 años de protestas y una larga demanda judicial, la Corte Suprema de Colorado votó a favor de los residentes locales que habían demandado acceso a “La Sierra”, un área de 79,500 hectáreas en el valle. Aunque los primeros colonos mexicanos recibieron el área con la Concesión de la Sangre de Cristo, dueños privados la compraron más tarde y le prohibieron la entrada a la comunidad.
“El gobierno mexicano otorgó esos derechos a la gente todavía los debería tener”, dijo Charlie Jaquez, un residente local.
Esta historia ha hecho que los residentes desconfían de los fuereños y sientan temor de las grandes promesas que hacen el gobierno y las organizaciones externas. Muchos de los residentes de San Luis con los platiqué comparten experiencias de discriminación, y algunos recuerdan haber luchado por sus derechos a la tierra y el agua. La pérdida de sus tierras resultó en la pérdida de su identidad cultural e idioma. Según la investigadora Yoly Zentella, esta pérdida puede causar depresión, apatía y pobreza generacional.
Estos recuerdos culturales se han transmitido de generación a generación por medio de protestas y obras de arte y la poderosa tradición oral. “Si las historias son registros de dolor, sufrimiento y resistencia colectiva, entonces contarlas es sanar; creer en ellas es reimaginar el mundo”, escribieron los investigadores de la Universidad de Toronto, Aman Sium y Eric Ritskes, en 2013.
Con el apoyo de The Colorado Trust, algunos de los integrantes de la comunidad de San Luis se están abordando algunos de estos problemas para mejorar la salud y el bienestar en general de su comunidad. Las reuniones han atraído a un buen número de participantes, y ha hecho que se sientan empoderados.
“La unión hace la fuerza”, dijo Roy Esquibel, quien vive en San Luis y ha participado en estas reuniones.
Actualmente, el grupo se encuentra en la fase de recolección de datos dentro de un proceso multianual. Han identificado varios temas preocupantes que quieren abordar.
Margarita Quintana dijo que el proceso le ha dado mucho para pensar.
“Empieza con nosotros”, dijo. “Tenemos que preguntarnos a nosotros mismos: ‘¿Cuál es nuestro rol en todo esto?’”.
Pronto, el grupo visitará directamente a la comunidad para obtener más comentarios sobre estos temas y después priorizarlos y tomar medidas para abordarlos. Su esperanza es que el pueblito de San Luis sea un lugar aún más saludable con residentes más felices.
Aunque no puedan cambiar los abusos históricos, están dispuestos a cambiar la forma como la comunidad responde al pasado. Así, están recobrando su cultura, sus tradiciones, su patrimonio y su poder para producir cambios. Todo esto, si logran hacerlo exitosamente, podría cambiar el curso de las próximas generaciones.
(Puedes leer más de lo que Pauline Victoria Martinez escribe en su blog en inglés Rethinking Rural Women.)