La autodeterminación de Saguache
Read in EnglishPor Kristin Jones
En 2009, la organización sin fines de lucro Colorado Preservation, Inc. nombró al centro de Saguache como uno de los lugares en mayor peligro de extinción. A diferencia del pueblo artístico de Salida, ubicado a 45 millas al norte, el antiguo pueblo minero no se ha recubierto de dólares con el turismo moderno, y muchos de sus negocios estaban clausurados y en deterioro.
Desde entonces, la calle principal del pueblo (conocida como 4th Street) ha pasado por una cierta revitalización, con la inauguración de negocios nuevos y los antiguos beneficiándose de un aumento en la actividad. Está el cine Cozy Castle, una galería, una cafetería animada y, como de costumbre, un lugar para observar la historia periodística en The Saguache Crescent, el cual sigue imprimiendo su versión semanal con una máquina linotipia.
“Lo único que quiero es que regresen todos”, dice Laurie Vigil, quien trabaja en el restaurante Oasis y maneja el autobús escolar. The Colorado Trust contrató a Vigil para que trabaje aquí como organizadora comunitaria. “Queremos que este sea un lugar feliz para que nuestros hijos crezcan”.
Junto con sus vecinos, Vigil ha estado trabajando para crear un plan para la comunidad que abarque más que los edificios históricos. En un reciente domingo a finales de febrero, los residentes compartieron los resultados de la información obtenida en la comunidad; habían hablado con funcionarios y encuestado a sus vecinos sobre el acceso a los alimentos, el transporte y los desafíos a los que se enfrenta la gente joven y los ancianos en este pueblo de 500 habitantes ubicado en el Valle de San Luis.
Hasta los residentes de Saguache que han vivido aquí por mucho tiempo se sorprendieron con algunos de los datos obtenidos: Un gran número de los niños que asisten a las escuelas locales no tienen vivienda, le dijo un administrador escolar al grupo investigando el acceso a alimentos. Las encuestas entre la gente mayor revelaron que necesitan ayuda no solo con los cuidados médicos y la nutrición, sino también con cosas complicadas como los poderes legales, y con cosas básicas como cortarse las uñas de los pies. La falta de cuidados infantiles para bebés y niños pequeños es un problema reconocido, pero el alguacil dijo que él piensa que los niños que corren más riesgo son aquellos entre 11 y 14 años.
“Cuando dejas de ser adorable”, dijo una adolescente de 16 años que formaba parte del grupo. (Su madre insistió que seguía siendo adorable.)
Durante la junta, hubo momentos en los que los residentes compartieron sus propias experiencias para describir los desafíos que enfrenta la comunidad. Un hombre habló de haber vivido en su automóvil cuando era niño. “La comida era cara, porque no teníamos un refrigerador”.
También fue evidente la manera en que varios problemas se entremezclan en las vidas de las personas. Las personas mayores dijeron sentirse aisladas, en parte por la falta de transporte que podría reunirlas. Los niños cuya cena terminaba convirtiéndose en fideos instantáneos al final del mes tenían dificultad para concentrase en la escuela.
Estos son algunos de los mismos problemas que resultan en desigualdades de salud a nivel nacional, pero nadie aquí estaba hablando así. Por lo contrario, estaban imaginando activamente lo que podría llegar a ser su comunidad: ¿Y si tuviéramos transporte público u ofreciéramos cenas gratuitas para los niños y ancianos? ¿Qué pasaría si la gente se comprometiera a comprar en el supermercado local?
Lorraine Lopez es otra organizadora local. Ella nació aquí y le gusta señalar la antigua escuela para que la vean los visitantes. Cuando le pregunto lo que recuerda, dice haber estado ligeramente apartada en la escuela porque su familia era pobre y de ascendencia hispana: no poder hablar inglés el primer día de clases; observar a los otros niños haciendo carreras de bicicleta alrededor del edificio, cuando su familia no tenía el dinero para comprar una; deseando poder comer el pan blanco con mantequilla que los otros niños traían para almorzar. Pero no expresa ningún tipo de amargura, por lo contrario.
“Fue la parte favorita de mi vida, aunque haya estado segregada”, dice Lopez, de 72 años de edad y una maestra sustituta. “Fue el comienzo de un gran cambio en mi vida”.
Lopez dice que casi todo Saguache está lleno de sus memorias del pasado. Ella cree que el mayor desafío es reunir a todos sus residentes: blancos, indígenas e hispanos. Ver a sus vecinos reunirse en el edificio Road and Bridge en 3rd Street la está llenando de esperanza.
“Es increíble verlo”, dice. “Para mí, es asombroso. Saben cómo empezar a hacerlo. Lo quieren hacer.
“Estamos plantando una semilla”.