Justicia para discapacitados en las intersecciones
Read in EnglishPor Ned Calonge, MD, MPH
Lydia X. Z. Brown prefiere que las personas que hablan de elle* utilicen este pronombre para evitar que lx identifiquen con el género equivocado. Elle es unx activistx* autistx*, genderqueer (persona de género no binario), escritorx y pontent adoptadx* transracialmente/transnacionalmente del este de Asia.
Para Brown, darles espacio a todos estos elementos interconectados de identidad en la vida de cada persona es fundamental en la lucha para alcanzar la justiciar.
Como elle pontentx más reciente de la Serie de aprendizaje para la equidad en salud de The Trust, Brown se enfocó en la justiciar para discapacitados—la cual elle describe como un tipo de misión para reconocer y celebrar la complejidad de la mente y el cuerpo de cada persona, al mismo tiempo que entendemos la discapacidad como una fuerza social y política dentro del contexto más amplio de la opresión.
Su presentación tuvo lugar el 28 de febrero en Denver y se integrará a una serie de conversaciones planeadas por organizaciones en todo Colorado en las próximas semanas.
Brown ayudó a examinar la compleja idea de la justicia para discapacitados basándonos en la idea de la “interseccionabilidad”. Este concepto, acuñado por la intelectual y activista Kimberlé Crenshaw, se ha popularizado recientemente, y por buena razón: Describe cómo la experiencia de las mujeres negras es diferente de la experiencia de las mujeres blancas y de los hombres negros, “y no se entiende simplemente al sumar uno más uno”, Brown dijo.
La interseccionablidad nos ayuda a entender “qué significa cuando sistemas de opresión chocan; qué significa reconocer el privilegio y la opresión en la misma oración”, Brown dijo.
“Para la gente discapacitada”, continuó, “la opresión con la que vivimos es el capacitismo”.
El capacitismo les da poder social y económico a las personas consideradas como “sanas” en comparación con las personas cuyos cuerpos y mentes “se etiquetan como anormales, desordenados, defectuosos o enfermos,” Brown explicó.
Esto no se manifiesta de la misma forma ante todas las personas discapacitadas, agregó. La opresión que vive una persona discapacitada mentalmente no es igual a la que vive alguien con una discapacidad física, o con ambas. De la misma forma, el racismo que enfrenta una persona del este de Asia de piel clara es diferente al racismo anti negro, anti indígena o anti latinx, Brown dijo.
Pero todos estos tipos de opresión apoyan y dependen el uno del otro. A lo largo de los últimos siglos en Estados Unidos, muchas o la mayoría de las personas diferentes a la norma establecida que apoya el principio de la dominación blanca, capaz, heterosexual se han categorizado como menos que, y con frecuencia etiquetadas como enfermas o anormales mentalmente—como a los africanos que escapaban de la esclavitud o las mujeres no monógamas. “El capacitismo no funciona sin el racismo”, Brown dijo.
Estos conceptos académicos cobran vida en las historias individuales de cada persona, y los resultados son violentos y desgarradores.
Brown contó la historia de Melissa Stoddard, una estudiante autista de dos razas que murió a manos de su madrastra, después de que las autoridades recibieran repetidamente quejas de abuso.
Se conocen más de 400 personas discapacitadas que han sido asesinadas por sus parientes o personas que las cuidaban en décadas recientes, Brown mencionó.
Kayden Clarke, un hombre transgénero blanco, quien también era autista y tenía discapacidades psiquiátricas, estaba buscando recibir una cirugía para afirmar su género, pero su terapeuta le dijo que no podría recibirla hasta que su autismo se “curara”. Más tarde, alguien llamó a la policía para que fuera a su hogar porque estaba pasando por un episodio suicida; la policía le disparó y lo mató. En los artículos publicados inicialmente, los medios de comunicación lo mencionaron con el género equivocado como “ella”. “…[H]asta en la muerte, cómo contamos las historias demuestra lo que creemos que es valioso y se lo merece y es deseable”, Brown dijo.
Lydia también contó la historia de un adolescente negro con múltiples discapacidades a quien lo violaron los integrantes, en su mayoría blancos, de un equipo de fútbol americano. A los atacantes no se los condenó a pasar tiempo en la cárcel. Y la historia de Neli Latson, un adolescente negro con autismo cuya visita a la biblioteca terminó con su encarcelamiento e institucionalización, después de que alguien pensara que estaba actuando sospechosamente y llamara a la policía. Y la de Mel Baggs, unx activistz enfermx crónicamente, con discapacidades del desarrollo, que escribió sobre cómo un doctor lx había desalentado para no recibir tratamiento que podría salvarle la vida, y como se vio forzadx a pasar por cirugía sin anestesia.
“Esta es la realidad de la gente discapacitada en las intersecciones, interactuando con los sistemas que supuestamente deben cuidarnos, apoyarnos. Que, en teoría, existen para mejorar la sociedad”, Brown explicó. “Por eso es una imperativa integrar la justicia para discapacitados en su trabajo. Es por eso”.
Brown continuó: “…[P]ara poder acabar con la supremacía blanca, acabar con los efectos constantes del encarcelamiento, acabar con la violencia sexual… Para acabar con todas esas cosas, debemos practicar y honrar la justicia para discapacitados”.
* Lydia es una persona de género no binario y utiliza términos neutros de género. “Elle” es un ejemplo de un pronombre neutro de género y “x” se usa como un sustituto neutro de género para palabras que indican el género de una persona o adjetivo.