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El Colorado olvidado

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Algunos residentes de Avondale, una pequeña comunidad al este de Pueblo, dicen sentirse ignorados por el gobierno local. Fotografía de Theresa Trujillo

Por Kristin Jones

El pequeño poblado de Avondale, a 20 minutos al este de Pueblo, no es un pueblo para nada. Técnicamente hablando, no está incorporado; oficialmente, se le puede llamar un lugar designado por el Censo.

Tiene una oficina de correos, una escuela primaria, un centro comunitario y alrededor de 670 habitantes, una combinación de residentes que han vivido ahí por largo tiempo y granjeros temporales que labran los campos cercanos. No tiene alcalde ni departamento de policía.

Si les preguntas a los residentes de Avondale qué les gustaría tener en su comunidad, probablemente sus respuestas incluyan muchas cosas básicas relacionadas con la representacion cívica y los servicios públicos: un alguacil; agua limpia; que se cumplan las leyes actuales, incluidas aquellas relacionadas con la calidad de las viviendas en alquiler y el robo de salarios; un representante local para que promueva los intereses de Avondale; un consejo administrativo.

Al borde de Avondale se encuentra El Centro de Los Pobres, el cual ofrece alimentos, servicios médicos y otro tipo de ayuda a inmigrantes y familias con bajos ingresos. Mientras comían platillos mexicanos en noviembre, voluntarios sentados frente a una larga mesa en Los Pobres mencionaron esta lista de cosas básicas cuando integrantes del personal y organizadores de The Colorado Trust, incluida la socia comunitaria Theresa Trujillo, les preguntaron sobre las necesidades de Avondale.

Trujillo está trabajando en la comunidad como parte de una estrategia de subsidios de The Trust que pide a los residentes de comunidades a lo largo y ancho del estado que establezcan sus propias prioridades para gozar de buena salud.

Para muchos residentes, los servicios básicos ocupan el primer lugar en su lista.

Más allá de vivir en un pueblo no incorporado, Trujillo dice, muchas personas en la mesa son inmigrantes indocumentados, sin voz ni voto reales en el proceso democrático. Otras han vivido aquí o en pueblos vecinos toda su vida. Trujillo dice que esta sensación de marginación es común en esta parte del estado.

“Escuchas a la gente decir que existen dos Colorados”, Trujillo dice. “Uno termina al sur del límite del condado de El Paso”.

Más al sur siguiendo la autopista I-25, Walsenburg es un pueblo con alrededor de 3,000 habitantes en el Condado de Huerfano. Walsenburg está ubicado en la intersección de dos carreteras; la gente lo atraviesa camino al Valle de San Luis o a los Picos Españoles. Solía ser un pueblo minero y ferrocarrilero, pero ahora las minas están cerradas y el tren solo pasa, ruidoso, tocando su sirena.

Karen Wilson está ocupada creando razones para que la gente se quede. Cuando la visité el mes pasado, estaba decorando La Plaza Inn (el hotel del cual es propietaria) con docenas de cascanueces de madera, árboles, luces y otras decoraciones navideñas.


Karen Wilson, dueña de La Plaza Inn, muestra algunas de las decoraciones navideñas del hotel. (Fotografía de Kristin Jones)

 

Wilson también propuso organizar un festival de música electrónica, Sonic Bloom, que atrajo a fiesteros y artistas al área el año pasado.

Wilson también es integrante del Comité de Revitalización del Centro de Walsenburg, el cual ha recaudado dinero para proyectos como Miners Plaza, un lote vacío que se reinventó como sitio para mercados de granjeros, muestras de arte y eventos musicales.

“Hay tantos tesoros escondidos en Walsenburg que realmente es [un lugar] donde debes parar e investigar para realmente verlos”, Wilson dice.

Durante una plática semanal con café en La Plaza Inn, Trujillo le preguntó a un grupo de hombres retirados las mismas tres preguntas que siempre hace: ¿Qué les gusta de su comunidad? ¿Por qué es difícil vivir aquí? Si pudieran hacer que ocurriera un milagro aquí, ¿qué sería?

Trabajos son el milagro que la mayoría de ellos quisieran ver; muchos de sus hijos se han ido del pueblo y quisieran regresar si se pudiera. Uno dijo que pensaba que era demasiado tarde para Walsenburg, en donde un hombre retirado puede vivir cómodamente después de haber trabajado bien en las minas o las fábricas de acero en Pueblo: “Creo que están golpeando un caballo muerto”, dijo.

Y luego, nuevamente, la sensación de estar marginados volvió a mencionarse. ¿Cómo recibes desarrollo económico cuando los “peces gordos” en Pueblo y los peces aún más gordos en Denver ya reclamaron a empleadores potenciales?

“Denver no sabe que Walsenburg existe”, otro hombre dijo.

De vuelta en Avondale, Angela Giron, exsenadora estatal demócrata a quien The Trust contrató como organizadora local, les recordó a los voluntarios de la mesa en El Centro de Los Pobres que sí están representados; los comisionados del Condado de Pueblo son una manera de presentar quejas, dijo.

Giron dijo más tarde que tiene esta conversación muy seguido. “¿Qué tan representados se sienten? Esa es otra cosa”, agrega.

Giron perdió su trabajo en el sector público en septiembre de 2013 cuando sus constituyentes votaron para sacarla de su puesto después de que apoyara legislación que obligaba el chequeo de antecedentes antes de comprar armas de fuego y límites en munición. Pero no ha perdido su fe en la democracia. Cree que sean cuales sean las prioridades de los residentes de Avondale, el gobierno tendrá que aceptar algunas para la sostenibilidad de cualquiera de sus objetivos.

Para muchos de los residentes, Giron dice, sentirse representados empieza con que sus opiniones se escuchen y saber que a alguien les importan.

“Ahí se empieza y luego avanza”, dice.

Collective Colorado, una publicación de The Colorado Trust, te permite aprender sobre los problemas de equidad en salud que afectan a las personas en Colorado.