De regreso a la granja en el Valle de San Luis
Read in EnglishPor Kristin Jones
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San Luis, Colorado, alguna vez fue el tipo de lugar en donde casi todos sus residentes trabajaban en los campos.
“Yo recogía papas, organizaba papas, todo era papas”, dice Elias Bianes García de 77 años de edad.
Un día, según dice Garcia, ya no lo soportó más. Pidió un aventón a Alamosa para seguirle los pasos a su hermano que se había ido a la guerra en Corea. “Estaba cansado de las papas”.
Cuando Garcia regresó a Estados Unidos, abrió su propia peluquería en Pueblo. Tiempo después, regresó aquí a un valle que ha mantenido intacto su aire puro, sus yerbas silvestres y una vista despejada de las estrellas durante décadas de urbanización global.
Sin embargo, regresó a un pueblo que ha cambiado de otras formas. Durante las mismas décadas en las que se amplió el espacio del Front Range y sus carreteras se llenaron, San Luis se encogió.
El cultivo de la papa sigue siendo una gran industria. Pero hay menos empleos de los que habían entonces, y muchos de ellos los ocupan trabajadores migrantes temporales. La tasa de desempleo en el condado es casi dos veces mayor al promedio estatal, según las estadísticas del Departamento de Trabajo.
Muchos de los residentes más jóvenes del pueblo se han ido para encontrar trabajo en ciudades como Denver y Colorado Springs.
En la actualidad, el Valle de San Luis está salpicado de pueblos como este, en donde los residentes antiguos superan en número a los niños. La gasolina y los alimentos son caros; escasean los supermercados bien abastecidos. Las tasas de obesidad y diabetes han aumentado. La generación más joven camina menos, cultiva menos, se dedica menos al ganado. Existe un problema con la heroína.
San Luis es la sede del Condado de Costilla, el cual ocupa el último lugar en Colorado con respecto a las muertes prematuras, según la información reunida por la Fundación Robert Wood Johnson.
No existen soluciones fáciles a los obstáculos que se enfrentan las personas aquí para vivir una vida sana. Pero por todo el valle, se escuchan historias de personas que están tratando de mejorar la situación a beneficio de la próxima generación.
Justin Garoutte creció en un pueblo llamado Antonito, a 50 millas al sudoeste en el Condado de Conejos. Cuando era un adolescente, sus vecinos y su familia confundieron su dedicación y empeño laboral en la Iglesia Católica por devoción. Realmente, dice ahora Garoutte, estaba luchando con la idea de ser homosexual y profundamente escondido.
Garoutte se fue de Antonito casi tan pronto como pudo, primero en excursiones patrocinadas por el Departamento del Estado a Túnez y Alemania durante la preparatoria, y luego a Colorado College gracias a una beca. Después de graduarse, trabajó enseñando inglés en el norte de Alemania.
Y luego, en diciembre, Garoutte tomó una decisión poco común para alguien con su acceso a oportunidades: el joven de 25 años de edad regresó a vivir al Valle de San Luis.
Tenía que ver con el cultivo. No exactamente el tipo de cultivo que contribuyó a que Elias Bianes Garcia decidiera enlistarse en el ejército, pero el tipo más gentil. Garoutte había visitado una granja educativa en Bélgica en donde los niños, sus padres y personas de la tercera edad se reunían a ordeñar cabras, hacer queso y hornear pan.
“Era este tipo de utopía”, dice. “Para la comunidad, o para sanar, o para algo”.
Garoutte tenía la idea de crear un jardín en Antonito: Tendría franjas de verduras, una fogata, un horno de barro para honrar la tradición mexicana del pueblo y un escenario para hacer presentaciones teatrales. Quizás también algunas cabras.
¿Sería posible que un jardín comunitario en el Valle de San Luis ayudara a reducir la distancia entre las generaciones antiguas tan cercanas a los campos y una generación más joven demasiado alejada de ellos?
Cinco meses después, se han plantado fresas en el terreno en donde solía organizarse el rodeo en Antonito. Trece gallinas viven aquí. Y hace algunos días, Garoutte observó con satisfacción mientras algunos niños correteaban por el área, organizando rocas en un círculo mientras su abuela sacaba yuyos.
Cuando ya no haya peligro de una helada, plantarán más.