Ningún niño en edad preescolar se beneficia cuando lo suspenden o expulsan
Read in EnglishPor Kristin Jones
Los niños de tres años se reúsan a vestirse cuando les pides que lo hagan. Tiran cosas y no las ordenan correctamente. Quizás peguen, piñizquen o se tiren al piso durante una rabieta. Esa es la razón por la cual les decimos “threenagers” o adolescentes de tres años.
Las respuestas de los centros preescolares a este comportamiento adecuado para el nivel de desarrollo varían mucho entre maestro y maestro y entre escuela y escuela, desde el uso de métodos para redirigir el comportamiento hasta la suspensión o expulsión del centro.
Desafortunadamente, los investigadores han encontrado que las prácticas disciplinarias también varían dependiendo del grupo racial al que pertenece el niño.
Los varones negros son los más afectados. Aunque los niños negros constituyen solo el 19 por ciento de los niños inscritos en salones preescolares en todo el país, representan el 47 por ciento de los niños a quienes se suspende sacándolos de la escuela una o más veces. Esto según datos del Departamento de Educación. Y el 82 por ciento de los niños en edad preescolar suspendidos más de una vez eran varones.
Estudios recientes del Yale Child Study Center encontraron que es más probable que los maestros detecten el mal comportamiento en niños negros de edad preescolar que en niños blancos—aunque no haya un mal comportamiento que detectar.
Es en esta injusticia racial que la organización sin fines de lucro Padres & Jóvenes Unidos, con base en Denver y beneficiaria de The Colorado Trust, se enfocó cuando empezó a promover que se acabara con las suspensiones y expulsiones de los niños muy pequeños en el estado.
Los centros preescolares no tienen que reportar las suspensiones y expulsiones, por lo que es difícil determinar la desigualdad racial en Colorado. Pero cuando la organización hizo una encuesta entre padres que viven en vecindarios mayormente latinos del sudoeste de Denver, encontró que el 41 por ciento de ellos dijeron que el centro preescolar de sus hijos ocasionalmente o frecuentemente suspendía o expulsaba a los estudiantes.
Esta desigualdad “condiciona a los negros y blancos y latinos a tener reacciones y respuestas diferentes”, dice Ricardo Martinez, director ejecutivo adjunto de Padres & Jóvenes Unidos. Los niños de color tienen la experiencia de que los tratan de forma diferente; sus compañeros blancos ven lo mismo. “Sabemos que los niños soy muy observadores. Toman todas estas señales sociales y las normalizan”.
La organización además encontró que la práctica también empeoró otro problema. Los estudios preescolares de alta calidad pueden ayudar a los niños a alcanzar el éxito escolar más tarde. Pero puede ser muy difícil tener acceso a estos estudios en Colorado, debido al costo y la falta de acceso; suspender o expulsar a niños hace que los estudios preescolares estén fuera del alcance de algunas familias que habían logrado inscribir a sus hijos.
El miércoles, representantes de las Escuelas Públicas de Denver demostraron su liderazgo al anuncia un plan para prohibir la práctica de suspender o expulsar a niños pequeños desde el preescolar hasta el tercer grado, excepto en casos raros en los que un niño represente una amenaza para los otros niños. La idea también se está popularizando a nivel estatal, en donde una propuesta de ley para restringir de manera similar la práctica está avanzando por la legislatura.
Estas noticias son, sin lugar a dudas, buenas para los niños más afectados por la práctica. Pero—importante también—es bueno para cualquier padre con un niño en edad preescolar.
Ningún padre quiere recibir la llamada del maestro diciéndole que vaya a buscar a su niño pequeño de la escuela a mitad del día. Y todos los padres saben por experiencia que todos los niños pueden tener un mal día.
“No es una buena práctica para ningún niño”, dice Martinez. “Ellos no entienden por qué los están expulsando o suspendiendo; solo piensan que los están abandonando”.
Con todo y lo difíciles que pueden ser, los niños se merecen la bondad de sus maestros, un ambiente seguro y la oportunidad de aprender cómo dejarse los calcetines puestos, levantar su desorden y jugar amablemente con sus amigos.