San Luis escucha a sus adolescentes
Read in EnglishPor Kristin Jones
Rosa Mondragon, de 15 años, puede nombrar fácilmente su temor más grande.
“Las multitudes me matan de miedo”, dice. Cuando está en un grupo, “me cohíbo”.
Sin embargo, ni cuenta te darías al verla y a Isabella Durgan, también de 15 años, turnándose para liderar un grupo en una visita guiada sobre la historia de su pueblo en el sur de Colorado, San Luis, durante un día soleado de abril.
Las dos adolescentes mostraron la iglesia de adobe con ventanas góticas, la tienda más antigua en funcionamiento en todo el estado y el sistema comunal de irrigación, llamado “acequias”, que alimenta el área con agua.
“Creo que salió bien”, Rosa dice más tarde. También aprendió de la experiencia: detenerse en cada punto histórico en lugar de caminar de espaldas; hablar más fuerte; saber los datos.
La visita guiada fue parte del primer Día anual de los Fundadores del pueblo. San Luis se estableció en 1851, y muchos de los descendientes de sus primeros pobladores provenientes de España y México todavía viven aquí. Los residentes más ancianos conversan en español y los más jóvenes en inglés o espanglish; la cultura “manito” del pueblo desde hace tiempo adoptó una mezcla de influencias del espanglish, anglosajonas e indígenas, a veces a través del cercano estado de Nuevo México.
El aire olía a humo de leña. Algunas personas se abría camino hacia a la sala parroquial para un desayuno con pancakes y música en vivo, mientras que otras se dirigían a La Vega, un área común de 900 acres, para participar en un carrera de 5 kilómetros. Al final del día, cerca de 300 personas se presentaron a los eventos del Día de los Fundadores, o alrededor de la mitad de la población de San Luis.
Rosa e Isabella son algunas de las nuevas integrantes del consejo juvenil asesor de Adelante San Luis, un grupo de residentes que están trabajando para cambiar la trayectoria del pueblo. (The Colorado Trust apoya sus esfuerzos mediante su estrategia de Colaboraciones comunitarias.) Como otros pueblos rurales en Colorado, San Luis ha sufrido una reducción en su número de habitantes, y eso les preocupa tanto a los residentes más jóvenes como a los más ancianos.
“Si no cambiamos ahora, “, Isabella dice, “San Luis terminará en los libros de historia”.
Adelante San Luis ha identificado sus objetivos principales: renovar sus conexiones sociales, revitalizar la cultura del pueblo y promover el desarrollo económico. Las personas jóvenes como Rosa e Isabella son un factor clave en el éxito de todos estos esfuerzos y tienen sus propias ideas sobre lo que les gustaría ver aquí.
Muchos de los jóvenes dicen que quieren más oportunidades para todos: adultos y niños. Y sienten impaciencia por el tipo de cambio que resulta cuando las personas trabajan juntas.
“Voy a crecer e irme”, Isabella dice, “lo cual es triste decir, pero no voy a cambiar el pueblo yo sola”.
“Siempre regresaré”, Rosa dice. “Este es mi hogar. Quiero más oportunidades, y si puedo ayudar a crear más oportunidades en los años que esté aquí, entonces es perfecto. Pero sé que siempre regresaré”.
En muchos lugares, especialmente en lugares con problemas económicos, se considera a los adolescentes como un problema que debe resolverse. La educación contra las drogas, las pandillas o los embarazos se les impone con niveles variables de participación y éxito.
Aquí, están intentando hacer algo diferente. A los jóvenes los invitan a trabajar. Rosa e Isabella dicen que no se sentían escuchadas antes de unirse a Adelante San Luis, y no se sentían conectadas con otras personas del pueblo. Eso está cambiando, dicen.
Varios integrantes mayores de su equipo, como Mario Peñuelas, de17 años, dicen sentirse respetados en la comunidad. Mario ha formado parte de Adelante San Luis desde que se estableció hace cuatro años aproximadamente.
“Me gustaba pensar: ‘¿Cómo puedo mejorar a San Luis? ¿Cómo puedo cambiarlo?’” Mario dice. Le interesaba especialmente aprender sobre la cultura del área y sobre su fragilidad.
“La cultura se está perdiendo con cada generación”, dice. “Fue una gran sorpresa para mí aprender sobre la pérdida de la cultura. Amo a San Luis. Las personas suelen enfocarse en las cosas malas. Pero yo estoy orgullosa de él: de nuestra historia oral, de los eventos que tenemos aquí, de la cultura manito”.
Mario está cursando su último año de high school. Ya lo aceptaron en la Universidad Estatal Metropolitana (MSU, por sus siglas en inglés) en Denver, en la Universidad Estatal de Adams en Alamosa y en Trinidad State Junior College. Está pensando en asistir al colegio técnico de dos años en Trinidad porque ofrece un programa de tecnología diésel, otra de sus pasiones.
En el futuro, se ve abriendo un taller mecánico especializado en diésel en San Luis y, después, cuando tenga 40 años o algo así, espera haber alcanzado un nivel en el que podría dejar de trabajar tanto y enfocarse en contribuir a la comunidad.
A través de Adelante San Luis, Mario ha participado en otros aspectos del liderazgo en el pueblo. Forma parte de la mesa directiva de la Asociación de Acequias, la cual maneja una serie de zanjas importantes, tanto cultural como económicamente, para el pueblo y sus tierras circundantes.
Siente que lo escuchan, tanto en ese mesa directiva como en las reuniones de Adelante San Luis, y valora ambas cosas.
“Me enorgullece que este grupo invierta en nosotros, en la gente joven”, Mario dice. “Creo que eso es lo más poderoso”.
Últimamente, la conversación a nivel nacional sobre las personas jóvenes suelen describirlas como que creen que tienen derecho a ciertas cosas, protegidas, adictas a los videojuegos, incapaces de conectarse. Pero la realidad de muchos adolescentes, especialmente aquellos sin mucho dinero en sus familias, es que enfrentan bastantes preocupaciones de adultos.
Un par de semanas antes del Día de los Fundadores, San Luis lucía su edad. Una nevada primaveral batió los frentes cuarteados de sus tiendas y ventanas cubiertas con tablones, y pocas personas estaban afuera.
Sin embargo, de uno a dos a la vez, los adolescentes fueron abriendo las puertas de la oficina central de Adelante San Luis, ubicada sobre la calle principal. Se hundieron en las sillas “puf” y los sofás amarillos de adentro e intercambiaron historias sobre los chiles muy picantes que alguien había traído a la escuela, burlándose ligeramente unos de los otros.
El espacio de Adelante San Luis es un lugar para que hagan su tarea, trabajen en sus propios proyectos (Isabella está trabajando en un libro para niños) y se reúnan con otros adolescentes.
Esa noche, el consejo juvenil asesor se iba a reunir. Cody Groff, un estudiante universitario recientemente contratado por un comité que incluyó a Isabella, iba a guiar un taller sobre cómo hablar en público. Los jóvenes lo había solicitado específicamente. Cada uno de ellos tendría que dar un discurso de 90 segundos sobre un tema asignado al azar, con poco tiempo para prepararse.
Rosa habló sobre su temor de las multitudes, y sobre cómo se había unido a Adelante San Luis en parte para cambiar eso. A Isabella le pidieron que hablara sobre una pérdida, lo cual la hizo pensar en una amiga de su niñez con la cual ya no tenía contacto. A Mario le preguntaron qué es lo que soñaría si pudiera elegir sus sueños. Él dijo que sueña más que nada sobre el futuro, pero que también a veces sueña sobre un monstruo que absorbe a las personas.
A Adelia Romero, de 16 años, le preguntaron cuáles eran sus temores.
“Mi temor más grande es perder a mi abuela”, dijo. “Ella me crio desde que era bebé. Tengo madre y padre, pero no son parte de la discusión. Mi abuela es la que mantiene unida a toda la familia. Cuando me enfermo, acudo a ella para que me consuele.
“Quiero ser exitosa para que ella se sienta orgullosa de mí. Ese es otro de mis miedos: que no seré exitosa y la decepcionaré”.
Después de que Adelia se sentara, Cody les pidió a los demás que pusieran atención a lo que ella acababa de hacer. Quizás sea tentador bromear durante una actividad como esta, les dijo, pero hablar con sinceridad puede ser aún más poderoso.
También puede ser poderoso escuchar con sinceridad.