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En el Valle de San Luis, un pequeño pueblo usa la participación cívica para mejorar vidas

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Meghan Branstetter, quien recientemente se graduó del Instituto de Capacitación para el Liderazgo Familiar (Family Leadership Training Institute, en inglés), con su esposo Kiet Nguyen y su hija Isela en Crestone, Colorado, el 23 de sep. de 2021. Fotografía de John McEvoy

Por Helen Santoro

El pueblo de Saguache está ubicado en el extremo norte del extenso Valle de San Luis en Colorado. Con las montañas Sangre de Cristo al este y las cordilleras La Garita el oeste, Saguache ocupa solo 13 cuadras donde habitan alrededor de 500 personas.

El pequeño tamaño de la comunidad de Saguache significa que es muy unida, dijo Laurie Vigil, quien ha vivido en Saguache por cuatro décadas. Sin embargo, vivir aquí puede ser difícil; el Condado de Saguache, el cual abarca solo un par de pueblos pequeños, incluidos Crestone y Moffat, es uno de los más pobres en Colorado. En 2019, tuvo una tasa de la pobreza del 25.4%, más del doble de la tasa de la pobreza en el estado, según la Oficina del Censo de EE. UU.

Para ayudar a mejorar la salud y el bienestar de la comunidad, Vigil y otros crearon Saguache/KV Health Equity Action Resident Team, o HEART, un equipo diverso de personas que buscan descubrir los obstáculos que están impidiendo que integrantes de la comunidad prosperen, y encontrar soluciones. (KV se refiere a KV Estates, una subdivisión residencial a 10 millas de Saguache.) HEART también forma parte de las Colaboraciones comunitarias de The Colorado Trust, una iniciativa que proporciona apoyo a comunidades en todo el estado mientras trabajan para aumentar el poder y mejorar vidas a nivel local.

Después de casi dos años de amplios estudios y entrevistas, el equipo descubrió uno de los problemas centrales: la falta de participación en la comunidad, algo que los residentes hispanos y con bajos ingresos sienten en particular.

“Muchas personas estaban muy heridas, parece”, dijo Stacey Amos Holden, quien ha vivido en Saguache por mucho tiempo y trabaja como asistente de administración en HEART. Históricamente, casi siempre es la misma gente la que participa en las actividades del pueblo y otros se sienten excluidos, Amos Holden explicó.

Los integrantes de HEART descubrieron al Instituto de Capacitación para el Liderazgo Familiar de Colorado, o FLTI (por sus siglas en inglés), una colaborativa impulsada por la comunidad que se enfoca en cultivar comunidades más inclusivas en todo el estado. El programa específicamente enseña a los participantes los conocimientos y habilidades necesarios para triunfar en puestos de liderazgo.

“El equipo decidió que esto era lo que necesitábamos”, dijo Vigil, quien gestiona y coordina las operaciones de HEART.

En 2018, HEART empezó su propio programa del FLTI para ayudar a los residentes de Saguache y los pueblos cercanos a participar más en sus comunidades. Durante los últimos tres años, quienes se han graduado de este programa han terminado creando múltiples proyectos cívicos, desde tutoría de idiomas hasta un huerto comunitario, que han resultado en cambios positivos en todo el condado.

El FLTI es un programa de 20 semanas de duración diseñado para aumentar la participación cívica y promover una mayor colaboración entre personas, familias, instituciones, administradores públicos y funcionarios electos. Las primeras 10 semanas se enfocan en encontrar el líder dentro de cada participante. En las últimas 10 semanas, los participantes tienen la oportunidad de explorar y desarrollar un plan para la participación cívica y convertirse en líderes en sus comunidades.

“No es solo aprender sobre cómo usar tu voz”, Amos Holden dijo. “Es sobre cómo usar tu voz de tal forma que las personas escuchen”.

Meghan Branstetter, quien recientemente se graduó del FLTI, no tenía idea del impacto que este programa tendría en su vida cuando lo empezó. Durante la pandemia, Branstetter se fue a vivir de Denver a Crestone, un pueblo de solo un poco más de 100 personas a aproximadamente 40 minutos al este de Saguache al pie de las montañas Sangre de Cristo. Después de llegar, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE, por sus siglas en inglés) detuvo a su esposo, un refugiado vietnamita que ha estado viviendo en Estados Unidos desde 1978.

Branstetter no sabía a quién recurrir para pedir ayuda.

“Estaba luchando contra el sistema para que liberaran a mi esposo y no sabía qué hacer”, dijo.
Se enteró del FLTI a través del Departamento de Servicios Sociales del Condado de Saguache y, al poco tiempo, se conectó con Miracle Cale, quien organiza iniciativas para HEART, y se inscribió en el programa.

Con el apoyo y las conexiones del programa del FLTI, Branstetter pudo comunicarse con Ty Coleman, el alcalde de Alamosa, y con la oficina de la representante de EE. UU. Lauren Boebert. Como resultado de estas conexiones y la presión que ejercieron los funcionarios electos, ICE liberó al esposo de Branstetter después de haber pasado 135 días en detención.

Esta experiencia hizo que Branstetter reconociera la importancia de poder comunicarse con funcionarios locales.

“No sabía cómo acercarme a estas personas”, dijo. “No pensé que el FLTI realmente lograra convencer al alcalde para que yo pudiera hablar con él por tres minutos”.

También le demostró lo importante que es que la gente que está luchando por sus derechos hable inglés con fluidez.
“Mi esposo y yo somos afortunados porque hablamos inglés”, Branstetter dijo. “¿Quién les está enseñando inglés a las personas como los trabajadores agrícolas migrantes para que puedan luchar estas batallas?”

Después de graduarse del FLTI, Branstetter recibió su certificado para enseñar inglés como idioma extranjero y actualmente está ofreciendo tutoría a estudiantes en Chile (por Zoom, por ahora). También planea enseñar a personas locales que quieran aprender inglés, y espera abrir una escuela de idiomas en el Valle de San Luis. Es una meta ambiciosa, pero Branstetter habló con integrantes de la comunidad y administradores escolares, incluidos aquellos que trabajan en el Programa de Educación Migrante en la Universidad Estatal de Adams en Alamosa, y todos piensan que una escuela así es necesaria.

“Hay tantas cosas que aprendí del FLTI,” Branstetter dijo. “La comunidad es el corazón y alma de cualquier decisión política. Nuestras voces son lo que quieren escuchar, y nuestra participación es tan importante”.

Branstetter no es la única persona graduada del FLTI que está marcando la diferencia en su comunidad. Michelle Loddy creó un huerto comunitario en la subdivisión de KV Estates. Desde su creación en 2019, el huerto se ha expandido significativamente y ahora incluye un invernadero de 40 pies y una despensa de alimentos, gracias a un subsidio de la Autoridad de Vivienda y Finanzas de Colorado. Carla Quintana, quien se graduó de la primera generación del FLTI, desde entonces se ha convertido en presidenta de la Cámara de Comercio de Saguache.

La graduada Cristalray Dominguez creó Cooking Away with Momma Ray, un programa que les enseña a los jóvenes a cocinar comidas sencillas con la comida que tienen en casa. El esposo de Dominguez, Jamie, desarrolló un proyecto de mentorías y apoyo para personas de color y adolescentes involucrados en el sistema judicial. Tanto Cristalray como Jamie Dominguez se han convertido en facilitadores acreditados por el FLTI y recientemente recibieron un subsidio para traer el FLTI a Alamosa, un pueblo al sur de Saguache en el valle, donde han vivido por mucho tiempo. Para ayudar a establecer el programa, también contrataron a Branstetter como coordinadora del lugar.

“Mi capacitación me ha enseñado que tengo la habilidad de cambiar políticas, implementar programas que les importan a las personas de mi población minoritaria”, Jamie Dominguez dijo. “Antes, no pensaba que pudiera sentarme a la mesa. No pensaba que mis ideas fueran buenas porque no tenía un título [universitario] en psicología o en los campos del comportamiento mental, emocional”.

La pandemia por COVID-19 forzó al equipo del FLTI a pausar las clases presenciales. Para el último grupo, adaptarse a las reuniones virtuales fue difícil, ya que algunos de los participantes no tenían el equipo adecuado ni conocimientos de tecnología para asistir a clases por Zoom, Cale explicó. Pero eso no ha hecho que el equipo deje de realizar su tarea vital: A partir del 20 de octubre, un nuevo grupo del FLTI se reunirá otra vez por Zoom y, esta vez, los participantes recibirán clases para aprender a usar Zoom y una laptop.

“Estamos buscando a personas que traigan sus experiencias reales de vida a la mesa”, dijo Amos Holden, a quien le emocionan las ideas que surgirán en el próximo grupo. “Es una comunidad verdaderamente pequeña. Una persona puede marcar la diferencia”.

 

Collective Colorado, una publicación de The Colorado Trust, te permite aprender sobre los problemas de equidad en salud que afectan a las personas en Colorado.